El Ayuntamiento de Bruselas fue el escenario de un interesante debate a puerta cerrada, organizado por Metropolis, que invitó a la reflexión y marcó el inicio de la «semana urbana» con la Cumbre Urbana de Bruselas. En el acto se trató en profundidad el papel fundamental de los espacios públicos, la vegetación y la naturaleza en nuestras ciudades.
El alcalde de Bruselas, Philippe Close, en su discurso de apertura, destacó el papel especial que desempeñan las ciudades en la lucha contra el cambio climático. Subrayó la importancia de que las ciudades se adapten a los efectos del cambio climático al tiempo que mitigan activamente sus consecuencias. «Nos enfrentamos a limitaciones, pero vamos más allá para explorar los recursos de los que disponemos», afirmó Close.
Las ciudades han sido siempre caldo de cultivo de la innovación y catalizadoras del cambio. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, se hizo eco de esta opinión y destacó el papel central que desempeñan las ciudades como líderes del cambio. Instó a un cambio de paradigma, al abogar por que las ciudades se diseñen de forma deliberada como lugares construidos para las personas, en lugar de servir como meros centros de reunión por necesidad. Hizo hincapié en que «cuidar de las personas es una condición esencial para ser sostenibles en este siglo».
El secretario general de Metropolis, Jordi Vaquer, subrayó la urgente necesidad de espacios urbanos de alta calidad para los ciudadanos. Destacó cómo el éxito de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) depende de los progresos realizados por las ciudades.
El debate contó con las intervenciones de Oana Bogdan, arquitecta y presidenta del Comité del Buen Vivir, y Pascal Smet, secretario de Estado de Urbanismo y Relaciones Europeas e Internacionales de Bruselas. Representando distintas facetas de la ciudad, Bogdan y Smet aportaron valiosas ideas sobre la convergencia de los conocimientos técnicos y el poder político en el contexto del nuevo Código de edificación de Bruselas.
Bruselas está a punto de iniciar una transición con la introducción de reformas pioneras, entre ellas la reducción de la demolición de edificios. En su lugar, se hará hincapié en la renovación de las estructuras existentes siempre que sea posible; la demolición será el último recurso.
Bogdan captó con acierto el poder de la planificación urbana al afirmar: «Se tiene mucho más poder del que se puede imaginar. La planificación urbana es un acto político. Se está alineado a pesar de todas las diferencias». Sus palabras resonaron entre el público, al destacar el potencial de la acción colectiva y la colaboración para la configuración de los paisajes urbanos. Smet también subrayó que «ahora estamos evolucionando hacia la ciudad para las personas. La vida en la ciudad gira en torno a las personas».
En el debate también se profundizó en el concepto de planificación regenerativa, que va más allá de la mera sostenibilidad al restablecer la relación entre el ser humano y la naturaleza. El próximo Código de edificación de Bruselas incorporará principios regenerativos, y cualquier proyecto que requiera un permiso de construcción se considerará desde el principio una acción regenerativa.
Alcaldes de diversas regiones de todo el mundo hicieron hincapié en la acuciante necesidad de ciudades resilientes, verdes y centradas en las personas. La vulnerabilidad de las ciudades ante diversos peligros naturales y antropogénicos, en particular las del Sur Global, fue un punto central. Los alcaldes pidieron mecanismos mejorados para compartir experiencias y soluciones innovadoras, fomentando una red mundial de resiliencia urbana.