¿QUÉ NOS ESPERA EN 2024?
A medida que nos adentramos en 2024, el panorama económico mundial se presenta desalentador, con retos que van desde el lento crecimiento y las crecientes crisis de deuda hasta la escalada de los conflictos y los desastres climáticos. Mientras que algunas regiones muestran capacidad de recuperación, otras se enfrentan a importantes reveses, lo que pone de relieve la urgente necesidad de realizar inversiones audaces en desarrollo sostenible y acción por el clima.
La pandemia de la COVID-19 ha exacerbado las desigualdades existentes, ya que las economías desarrolladas se recuperan mientras que las naciones en desarrollo luchan por recuperar terreno.
El Informe de Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2024 de las Naciones Unidas prevé un crecimiento mundial del 2,4 % en 2024, muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia (3 %).
La espiral de la crisis de la deuda es una preocupación acuciante, especialmente prevalente en las economías en desarrollo. Muchos países están ahogados por la deuda, y más de un tercio corre el riesgo de entrar en crisis. Los elevados tipos de interés, el endurecimiento de las condiciones financieras y la atonía del comercio internacional agravan esta situación. El débil ciclo de inversión y el lento crecimiento amenazan con hacer descarrilar el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) si no se interviene.
Además, el impacto del cambio climático se cierne sobre nosotros, con fenómenos meteorológicos extremos que causan estragos en las economías de todo el mundo. La inversión en acción climática y desarrollo sostenible es insuficiente, lo que agrava la fragilidad de las economías vulnerables y de renta baja. Mientras asistimos al aumento del hambre, la pobreza y los desplazamientos, es necesario actuar con urgencia para mitigar los efectos del cambio climático y aumentar la resiliencia.
La inflación sigue siendo preocupante, sobre todo en los países en desarrollo, donde se prevé que las tasas anuales de inflación superen el 10 % en 2024. Una inflación elevada erosiona los logros económicos y agrava la pobreza, lo que subraya la necesidad de una cooperación mundial para hacer frente a las perturbaciones de la oferta y a las presiones sobre los precios.
Según Oxford Economics, el crecimiento de los principales indicadores económicos (PIB, empleo y gasto de los consumidores) será probablemente más débil en 2024 que en 2023 para la mayoría de las ciudades del mundo. Se prevé que las ciudades de Asia-Pacífico superen a las de Norteamérica y Europa, y que las ciudades indias muestren señales de resistencia gracias a su fortaleza en los servicios digitales, profesionales y de consumo. Sin embargo, debido a la ralentización posterior a la reapertura y a las preocupaciones por el mercado inmobiliario, las ciudades chinas quizá deban enfrentarse a algunas dificultades.
Las ciudades africanas y de Oriente Medio aumentarán el ritmo de crecimiento con el tiempo y empezarán a liderar las clasificaciones mundiales de crecimiento económico urbano. Según las previsiones de Oxford Economics, las ciudades africanas serán las que más crezcan hasta 2050, con un crecimiento medio anual del PIB del 2,8 %, impulsadas por una población mucho más joven y un 40 % de la población en 2025 procedente del continente africano.
Sin embargo, será el crecimiento de las ciudades asiáticas el que más contribuya a la economía mundial, lo que confirma que la actividad económica urbana seguirá desplazándose hacia el este, hacia Asia.
Pero aún así, el número de personas que viven en barrios marginales y asentamientos informales en África, Asia y América Latina sigue superando los mil millones de personas, entre ellas cerca de 500 millones de niños. En ciudades y pueblos de países como Tanzania, Níger, Etiopía, Kenia y Uganda, entre el 40 % y el 70 % de la población vive en asentamientos informales, un dato destacado por Cities Alliance basándose en el Gráfico de Progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2022.
Se supone que un Plan de Acción Global para acelerar la transformación de esta dramática realidad empezará a recibir un fuerte apoyo en 2024 tras su aprobación en la Asamblea de ONU-Hábitat en junio de 2023. Hábitat para la Humanidad y el Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED, por sus siglas en inglés) informaron de que el acceso equitativo a una vivienda adecuada en los asentamientos informales puede repercutir directamente “hasta en un 10,5 % de crecimiento económico”. Las políticas que promuevan el crecimiento integrador y aborden las desigualdades serán más imprescindibles que nunca. Esto incluye invertir en educación, sanidad y protección social para garantizar que nadie se quede atrás.
El número de migrantes seguirá aumentando, sumándose a los factores socioeconómicos, incluida la creciente demanda de mano de obra en países con poblaciones envejecidas y escasez de personal cualificado, los migrantes “climáticos”. Los últimos datos del Observatorio de Desplazamientos Internos muestran que las catástrofes desencadenaron un número sin precedentes de 32,6 millones de nuevos desplazamientos internos en 2022.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) centró su llamamiento mundial para 2024 en el aumento de las catástrofes relacionadas con el clima y las previsiones de más personas afectadas y potencialmente desplazadas. El portal de datos de los Impactos de la Movilidad Climática es una plataforma para visualizar dónde se prevé que coincidan los peligros potenciales, la alta densidad de población y la vulnerabilidad económica. Japón ya anunció su apoyo para financiar proyectos de la OIM en favor de las comunidades asiáticas de Myanmar, Filipinas, Sri Lanka, Tailandia y Timor Oriental afectadas por el cambio climático, en particular debido al fenómeno de El Niño.
La Agenda de Bridgetown 2.0, sucesora de la Agenda de Bridgetown de 2022, propuesta por la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, amplió en 2023 su llamamiento para que los sectores de las finanzas y del comercio trabajen juntos para apoyar la transición justa y el cambio hacia economías bajas en carbono y resilientes en el Sur Global. El año 2024 será testigo del surgimiento de “nuevas” alianzas geopolíticas, como la expansión de los BRICS o la inclusión de la Unión Africana como miembro permanente del G20. La pobreza, el hambre y la seguridad alimentaria serán preocupaciones fundamentales para millones de personas. El Programa Mundial de Alimentos ha llamado la atención sobre el hecho de que Sudán haya duplicado en el último año el número de personas que pasan hambre y sobre la situación en Etiopía. Según el Informe sobre el déficit de financiación de la lucha contra el hambre en 2024, los países que se enfrentan a niveles de hambre “de crisis” solo recibieron el 35 % de la financiación solicitada en 2023, lo que se traduce en un déficit de financiación de la lucha contra el hambre del 65 %, un 23 % más que en 2022.
Las mujeres y otros grupos vulnerables se llevan la peor parte, con la asombrosa cifra de 15 millones más de mujeres que viven ahora en la pobreza extrema.
La brecha de la igualdad también será el centro de atención en 2024, ya que no se ha alcanzado ningún indicador del ODS 5 y solo quedan unos pocos años para ganar terreno y lograr la consecución la Agenda 2030. Según el Informe global sobre la Brecha de Género, la desigualdad de género cuesta al mundo unos 12 billones de dólares en el PIB mundial, “con algunos países experimentando una pérdida de hasta el 35 %”.
Las tendencias esbozadas subrayan la interconexión entre los retos mundiales y locales y la urgencia por encontrar soluciones colaborativas y con visión de futuro. Hacer frente a las crisis exige voluntad política y esfuerzos concertados a varios niveles para superar las divisiones, promover la inclusión y dar prioridad a la sostenibilidad. Los gobiernos locales y regionales están en primera línea a la hora de afrontar los retos y son los que ponen a prueba a diario las alianzas entre los sectores público y privado para superarlos.