ARQUITECTOS DE LA PAZ MUNDIAL
“Los que aman la paz deben aprender a organizarse tan eficazmente como los que aman la guerra“.
Martin Luther King pronunció estas palabras en su sermón Ama a tus enemigos el 17 de noviembre de 1957, en la Iglesia Bautista de la avenida Dexter de Montgomery, en Alabama.
La Lista de Alertas de Emergencia 2024 subraya “una crisis humanitaria mundial abrumadora“, ya que revela que se ha cuatriplicado el número de personas necesitadas entre 2014 y 2023. Estas cifras, aunque asombrosas, son difíciles de comprender para la mayoría de la población, ya que parece que haya desaparecido la capacidad para provocar un impacto emocional y la empatía. En todo el mundo, casi 300 millones de personas se encuentran en situación de necesidad humanitaria, 110 millones de personas han sido desplazadas a la fuerza, 237,8 millones de personas experimentan una crisis o niveles peores de inseguridad alimentaria y 659 millones de personas viven en la pobreza extrema.
Las zonas urbanas, debido a su tamaño y densidad, son las más susceptibles a los impactos de las crisis y las perturbaciones mundiales, como se pudo comprobar durante la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, las ciudades no están diseñadas para soportar conflictos, sino para ser lugares de paz.
La fuerza de una ciudad reside en el entendimiento diario y la reciprocidad entre sus habitantes. Sus infraestructuras públicas y los bienes comunes se basan en el concepto de interconexión, desde el suministro de agua y energía hasta los hospitales y el transporte, prestando servicios a las personas y apoyándose al mismo tiempo en un enfoque comunitario.
Cuando el conflicto y la violencia azotan una ciudad, las infraestructuras y servicios se convierten en un objetivo habitual y el sistema urbano se derrumba con graves consecuencias humanitarias, incluidos los desplazamientos masivos. Lo que en tiempos de paz era fortaleza se convierte en fragilidad y vulnerabilidad, y los ciudadanos sufren todo tipo de perjuicios.
Los daños devastadores que la guerra causó en las zonas urbanas fueron especialmente dramáticos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se perfeccionó el armamento destinado a destruir ciudades. Miles de civiles murieron en las ciudades europeas, y los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki causaron entre 110.000 y 210.000 víctimas, con consecuencias a largo plazo que impiden el cálculo de unas cifras más precisas. En 2025 se cumplirán 80 años de los bombardeos.
La dramática situación de Gaza, los bombardeos de las ciudades ucranianas por parte de Rusia y la devastación de los últimos años en Alepo, Bagdad, Damasco, Mosul, Saná, Marahui, Mogadiscio y Jartum son solo algunos ejemplos de cómo las ciudades se encuentran en la primera línea de los conflictos. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha promovido el proyecto fotográfico en 3D “Ciudades rotas”, centrado en los daños sufridos en Alepo, Mosul y Gaza, como parte de un llamamiento a todos los Estados para que se pongan de acuerdo en frenar el uso de armas explosivas en las zonas pobladas.
Si las ciudades son lugares de paz, los gobiernos locales son los arquitectos. Son agentes naturales de la paz y la construcción comunitaria, que velan por el bienestar de sus ciudadanos y promueven el diálogo, las asociaciones y la cooperación entre ciudades y a través de las redes de gobiernos locales y regionales. Su labor es esencial para prevenir, cuidar y construir la convivencia pacífica, así como para combatir la violencia en todas sus expresiones, incluida la violencia contra las mujeres y la violencia estructural en forma de desigualdades.
Como expresa la declaración del Foro Mundial de Ciudades y Territorios de Paz 2023, “la paz no es solo la ausencia de guerra, sino también la ausencia de todo tipo de violencia”.
La Nueva Agenda para la Paz es más urgente que nunca, con soluciones eficaces para promover la paz y prevenir los conflictos que emanan de los territorios. El Foro Político de Alto Nivel 2024 de las Naciones Unidas revisará cinco ODS, incluido el Objetivo 16: promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para toda la población y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles. Los gobiernos locales son cruciales en este esfuerzo por fortalecer las instituciones y la buena gobernanza, tendiendo puentes entre la construcción de la paz y la confianza.
La actualización anual de Gallup sobre la confianza en las instituciones y los actores gubernamentales en Estados Unidos revela que el gobierno local (67 %) obtiene el índice más alto de confianza entre los estadounidenses, y que el poder legislativo del gobierno federal o Congreso (32 %), el menor. El dato más relevante de la encuesta es la comparación con la media histórica desde que Gallup inició este estudio anual a principios de los años setenta. La confianza en los gobiernos locales se ha reducido solo en tres puntos, ya que la media histórica es del 70 %. Sin embargo, la confianza en el gobierno federal, el poder legislativo y el poder judicial ha descendido 15, 16 y 17 puntos, respectivamente.
La Reunión Anual del Foro Económico Mundial de 2024 se celebró en Davos bajo el lema “Reconstruir la confianza”. Se debatió mucho sobre la confianza en las tecnología y en las empresas, especialmente en la IA, sobre la confianza en las empresas, sobre su compromiso con la acción contra el cambio climático, la transparencia y la rendición de cuentas, pero no mucho sobre la recuperación de la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
El Informe de Riesgos Mundiales 2024, publicado por el Foro Económico Mundial, identifica la “polarización de la sociedad” como uno de los tres principales riesgos tanto en la actualidad como a dos años vista. El clima extremo ocupa el primer lugar, y la desinformación generada por la IA, el segundo. Esta última está especialmente relacionada con las implicaciones del “año superelectoral”, en el que casi la mitad de la población mundial está llamada a las urnas, y las consecuencias de las “campañas manipuladoras” que amenazan los procesos democráticos.
La falta de confianza en los gobiernos también se refleja en el Barómetro de Confianza Edelman 2024, realizado entre el 3 y el 22 de noviembre de 2023. Los gobiernos son percibidos como menos competentes y éticos que las empresas, las ONG o los medios de comunicación, siendo los líderes gubernamentales las personas en las que menos se confía. En países como Argentina, Colombia, Sudáfrica y el Reino Unido los porcentajes de confianza son superiores al 35 %.
La confianza en el gobierno, tradicionalmente asociada a los países con una historia consolidada de democracia, está en crisis. Hannah Bunting, del Centro de Investigación de la Democracia Local del Reino Unido, el país que ocupa el último lugar entre los gobiernos menos fiables del Barómetro Edelman, define la confianza como “creer que un gobierno desempeñará una función que dará como resultado algo que uno desea, incluso cuando nadie está mirando”. Los gobiernos locales son más receptivos a las preocupaciones de los ciudadanos, más cercanos a sus necesidades y más capaces de ofrecer los servicios que necesitan.
Los bajos niveles de confianza también se han asociado tradicionalmente a altos índices de desigualdad, a lo que habría que añadir el factor más reciente de la vulnerabilidad de los territorios frente a los retos del cambio climático.
La conexión entre paz y democracia y la agenda de igualdad y medio ambiente es más pertinente que nunca. La coincidencia entre los países afectados por conflictos y los países vulnerables al cambio climático es cada vez mayor: el porcentaje de conflictos que se producen en países vulnerables al cambio climático ha aumentado del 44 % al 67 % en las últimas tres décadas.
La confianza en los gobiernos y la capacidad humana para encontrar enfoques en común están en crisis. Organizar a los amantes de la paz es una prioridad, y son los gobiernos locales y regionales los primeros con los que hay que ponerse a trabajar.